sábado, 16 de mayo de 2009

¿POR QUÉ NO ABORTÓ SU MADRE?

Quienes nos conocen lo saben: somos una familia muy peculiar.

Mi madre, con 88 años, 76 % de minusvalía reconocida.
Mi esposo, con 62 años, 79 % de minusvalía, y
Yo, con 48 años a mis espaldas y un 68 % de minusvalía.

Quienes nos conocen también lo saben: mi esposo y yo nos amamos profundamente, nos apoyamos, nos ayudamos. Tenemos un sentido propio de la fidelidad al entenderla no sólo en su vertiente sexual según la cual yo no debo “dársela” con otro ni él “dármela” con otra; para nosotros el término va mucho más allá: con él nos decimos mutuamente: “no temas, yo siempre estaré a tu lado cuando me necesites”. Y nos gusta recordar aquellas palabras que un día pronunciamos: “… en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad…”

Por nuestras circunstancias y el empeoramiento de mi madre nos hemos visto obligados a tener en casa a una empleada de hogar. Un día, conversando, me preguntó sobre la discapacidad de mi marido. Como sea que desde pequeño se ha debatido entre la vida y la muerte en varias ocasiones, tiene diversos problemas que le dificultan el desenvolvimiento en la vida y todo se ocasionó en el embarazo, me dijo de forma espontánea y como algo lógico: “y su madre ¿por qué no abortó?”

Yo me quedé sorprendida. La verdad es que no me lo esperaba. En cierta forma me dolió la pregunta. Me sobrepuse y respondí con una sonrisa: “si hubiera abortado, yo no lo habría conocido ni habría tenido la oportunidad de ser feliz con él”.