No es mucha la información que tengo sobre las mismas, pero puedo aportar un sentimiento personal.
En una ocasión, mi padre me subió a un caballo. En otras, me subía a un borriquillo llamado Pimiento, que portaba alforjas y dos cántaros de agua. Es una experiencia que nunca olvidaré. Cuando me preguntaban cómo sería el cielo, yo siempre respondía: un lugar lleno de caballos. Una amiga de facebook sufre una parálisis cerebral que le produce dificultades motoras, y ha conseguido montar. Se la ve feliz. Tal vez algún día lo consiga yo.
A veces me pregunto por qué me gustaría seguir disfrutando de esa experiencia. Tal vez la causa esté relacionada con la disfunción que sufro en las piernas: mis piernas no funcionan bien y siento al caballo como una continuación de mi cuerpo. Además se trata de una cotinuación fuerte y viva, no artificial o mecánica. La sensación de movimiento es totalmente distinta.
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